2025 se cierra como otro año excepcionalmente cálido, con temperaturas muy por encima de la media histórica y una sucesión de fenómenos extremos que afectan a sectores clave de la economía. La crisis climática deja de ser un escenario de futuro para convertirse en un condicionante directo de la gestión del riesgo, la planificación financiera y la competitividad empresarial.

Al mismo tiempo, el año ha estado marcado por avances relevantes en protección de ecosistemas, despliegue de energías renovables y desarrollo de políticas de economía circular. El balance de 2025 combina, por tanto, un nivel de urgencia creciente con señales claras de progreso.

1. Un año que confirma la urgencia climática

Las temperaturas registradas en 2025 consolidan una tendencia ya conocida: la sucesión de años muy cálidos se ha convertido en la nueva normalidad climática. Sus efectos se han dejado sentir en forma de olas de calor más intensas, sequías prolongadas y mayor presión sobre recursos hídricos, agricultura, infraestructuras y salud.

Para las empresas, todo ello se traduce en una mayor exposición a riesgos físicos y en un refuerzo de la agenda regulatoria: exigencias de reporte de sostenibilidad, criterios de taxonomía, objetivos de reducción de emisiones y un escrutinio creciente por parte de inversores, clientes y administraciones, por lo que calcular la huella de carbono resulta imprescindible.

2. Señales de avance ambiental en 2025

Junto a este diagnóstico, 2025 ha dejado avances significativos que muestran que la transición climática y ecológica está en marcha.

Por un lado, se han reforzado los compromisos internacionales de protección del océano y ampliado las áreas marinas protegidas, con el objetivo de conservar una parte creciente de las aguas internacionales. Esto contribuye a proteger la biodiversidad marina y a mantener importantes sumideros de carbono.

Por otro, el despliegue de energías renovables ha continuado a gran velocidad, con nuevos máximos de capacidad instalada y un peso creciente de las fuentes bajas en carbono en el mix eléctrico. Este cambio estructural facilita la electrificación de procesos, edificios y flotas con una huella de carbono cada vez menor.

En materia de biodiversidad, programas de conservación bien diseñados han permitido consolidar la recuperación de algunas especies emblemáticas y avanzar en la restauración de ecosistemas especialmente vulnerables, como ciertos humedales sometidos a estrés hídrico. Al mismo tiempo, se han dado nuevos pasos en políticas de economía circular orientadas a reducir residuos, fomentar la reutilización y mejorar las tasas de reciclaje.

Estos avances no neutralizan por sí solos la magnitud del reto, pero demuestran que la acción climática y ambiental, cuando es consistente y sostenida, ofrece resultados tangibles.

3. Implicaciones para las empresas

El balance de 2025 envía un mensaje claro al tejido empresarial.

En primer lugar, la inacción climática incrementa los riesgos. No actuar supone asumir una mayor vulnerabilidad ante la volatilidad de precios energéticos, posibles disrupciones en la cadena de suministro, deterioro reputacional y pérdida de oportunidades frente a organizaciones que ya están adaptando su modelo de negocio a un contexto bajo en carbono.

En segundo lugar, las soluciones están disponibles. La combinación de eficiencia energética, electrificación, energías renovables, movilidad de bajas emisiones, rediseño de productos y modelos de economía circular permite reducir emisiones de forma progresiva y, en muchos casos, con retornos económicos razonables.

Finalmente, la integración del clima en la estrategia corporativa deja de ser un ejercicio voluntario para convertirse en un requisito. Las normativas de información de sostenibilidad, los criterios de inversión responsable y las demandas de la cadena de valor incorporan cada vez más la variable emisiones como indicador clave de desempeño.

4. Cerrar 2025 dando el primer paso: calcular la huella de carbono

El año 2025 confirma que la ventana de tiempo para limitar los efectos más graves del cambio climático se estrecha, pero también que existe capacidad de respuesta cuando se alinean políticas públicas, innovación y compromiso empresarial.

Para las organizaciones, el punto de partida es inequívoco: conocer con precisión sus emisiones. Solo a partir de un cálculo riguroso de la huella de carbono es posible fijar objetivos realistas, priorizar medidas con criterio técnico y económico y demostrar avances a lo largo del tiempo.

En Huella de Carbono acompañamos a las empresas en este proceso: desde el cálculo inicial de la huella de carbono hasta la definición de planes de reducción alineados con sus necesidades y con los requerimientos normativos. El cierre de 2025 es un buen momento para plantearse una pregunta sencilla: ¿conoces la huella de carbono de tu organización?
El siguiente paso es igual de claro: calcula tu huella de carbono y empezar a reducirla.

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