La Comisión Europea ha presentado esta semana su propuesta definitiva para el objetivo climático de 2040, manteniendo la meta de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 90% respecto a los niveles de 1990. Sin embargo, la propuesta incluye medidas de flexibilidad que han generado debate entre expertos y organizaciones ambientales.
El equilibrio entre ambición y pragmatismo
En un contexto marcado por las olas de calor extremas que azotan Europa y el creciente escepticismo político hacia las políticas climáticas, la Comisión ha buscado un equilibrio entre mantener la ambición científicamente recomendada y ofrecer herramientas prácticas para su cumplimiento.
La vicepresidenta ejecutiva Teresa Ribera y el comisario de Acción Climática Wopke Hoekstra han defendido que la propuesta no representa ni una pérdida de ambición ni un endurecimiento, sino el mantenimiento del rumbo hacia la neutralidad climática de 2050.
Las medidas de flexibilidad: oportunidad o riesgo
Entre las principales novedades de la propuesta destacan:
Créditos internacionales de carbono: A partir de 2036, la UE podrá utilizar compensaciones de carbono adquiridas fuera de su territorio, como proyectos forestales en terceros países. Esta medida tendrá un límite máximo del 3% de las emisiones netas de la UE en 1990.
Impulso a las absorciones de CO2: Se promoverán tanto métodos naturales (reforestación) como industriales (captura y almacenamiento) para compensar emisiones, creando un mercado de derechos comercializables.
Criterios de calidad: Los créditos deberán ser «verificables y certificables», utilizando únicamente los de alta calidad del mercado.
Voces críticas y apoyo científico
Las organizaciones ecologistas han mostrado una posición ambivalente. Mientras valoran positivamente el mantenimiento del objetivo del 90%, critican las medidas de flexibilidad. Mathieu Mal, de la Oficina Europea de Medio Ambiente, las ha calificado como «trucos contables» que pueden «socavar la credibilidad climática».
Por otro lado, los científicos que asesoran a la Comisión habían recomendado precisamente este objetivo del 90%, lo que respalda la base científica de la propuesta.
El respaldo ciudadano
Según el Eurobarómetro del Clima 2025, el 85% de los ciudadanos europeos considera el cambio climático un problema grave, y el 81% apoya el objetivo de neutralidad climática para 2050. Estos datos demuestran que, pese a las resistencias políticas, existe un fuerte respaldo social a las políticas climáticas ambiciosas.
Próximos pasos y desafíos
La propuesta ahora debe ser negociada con el Parlamento Europeo y los gobiernos de los 27 Estados miembros. Algunos países, como Francia, ya han mostrado reticencias al objetivo del 90%.
Además, la UE debe presentar antes de fin de año su plan climático nacional (NDC) a la ONU, fijando objetivos hasta 2035, una negociación que promete ser igualmente compleja.
Conclusión
Esta propuesta refleja la tensión inherente en la política climática actual: la necesidad de mantener objetivos ambiciosos basados en la ciencia frente a las presiones políticas y económicas que buscan mayor flexibilidad.
El éxito de esta estrategia dependerá en gran medida de la implementación rigurosa de los criterios de calidad para las compensaciones y de que estas medidas de flexibilidad no se conviertan en excusas para retrasar la transición real hacia una economía libre de combustibles fósiles.
La UE se juega en esta negociación no sólo su credibilidad como líder climático mundial, sino también su capacidad para equilibrar ambición ambiental con pragmatismo político en un momento crucial para el futuro del planeta.
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